En temporada regular, Tiburones de La Guaira ganó juegos viniendo de atrás una y otra vez. Frente a los mejores lanzadores de la liga, Tiburones logró responder una y otra vez, luego de que fueron dominados en los primeros episodios. Ya era algo evidente, La Guaira iba a regresar cada juego, o al menos lo intentarían. Con un bateo que era completamente capaz de hacerlo y un bullpen que aguantaba el marcador de los contrarios, ganaron 37 juegos y terminaron en el primer lugar.
En el Round Robin todo cambió. Generalmente, fue el equipo que más carreras hizo, pero varias veces sus bates fueron silenciados sorpresivamente, sin poder ni siquiera acercarse en la pizarra. Ganaron juegos a punta de palo, por esa alineación temible, la más temible de los últimos años. Por esa alineación temible es que pasaron a la final, porque no jugaron el beisbol más adecuado. Simplemente por tener las mejores piezas, se anotaron entre los mejores dos de la liga. Sin venir de atrás.
En la final, el bateo no ha respondido. En el primer juego no anotaron carreras. En el segundo hicieron las necesarias para ganar, picando adelante desde el primer episodio, con una gran actuación del pitcheo y el short stop salvador de más de un juego, Miguel Rojas. En el tercero dieron solo tres indiscutibles, no pudieron regresar. En el cuarto siempre estuvieron por encima y se jugó con menos presión. En el quinto, siempre por debajo salió derrotado, sin poder regresar.
Perdieron el primero, empataron en el segundo. Perdieron el tercero, empataron en el cuarto. Perdieron en el quinto, y ahora es momento de que regresen como lo han hecho muchas veces, en el sexto y séptimo juego. Sin duda esta generación salada, está en condiciones de hacerlo.
Se espera que una vez más, Tiburones de La Guaira venga de atrás. Es momento de ver historia.