Tigres de Aragua, obtuvo su noveno campeonato en la historia de la franquicia y el sexto de la era Buddy Bailey. En seis encuentros, logró liquidar la mejor ofensiva del país con una defensa increíble y un bullpen imbateable.
Esta era sin duda, una final especial. Por primera vez en veinticinco años, Tiburones de La Guaira estaba en la final. Salados vivieron una década de los noventa sumamente mala, donde promediaron un record de 24 ganados y 35 perdidos. Además sufrieron el cambio de formato de la liga. Al pertenecer en la división oriental, solo clasificaron una vez a la postemporada y como segundo lugar. Una década para el olvido, en la que tuvieron a seis managers distintos en su staff.
Ahora, esta temporada se le dio todo a La Guaira. Quedando de primer lugar por sexta vez en la historia, con el jugador más valioso, líder bate, novato del año, manager del año, productor del año, cerrador del año, y el equipo más productivo, líder en casi todos los departamentos ofensivos, llegaron a la final.
Fanáticos guairitas ansiaban ese título con mucha intensidad. Por otra parte, bengalíes no tenían el mismo problema. Al ser un equipo con mucha experiencia en estas instancias, no existía tanta presión entre los peloteros, por lo menos no la misma que Tiburones.
La clave de la serie: La baja producción ofensiva de La Guaira.
Después de que fueron lideres en anotadas, dobles, bases por bolas, promedio de embasado, de bateo y OPS, en temporada regular. Líder en anotadas, hits, dobles, triples, jonrones, bases por bolas, AVG/OBP/SLG/OPS, en la postemporada, solo anotaron 18 carreras en 6 juegos (3 carreras por juego), 13 carreras en las que ganaron (6.5 por juego) y la inofensiva cantidad de 5 en los que perdieron (1.25 por juego). En general, la ofensiva guairista fue sumamente inconsistente. En los juegos que perdieron entre Round Robin y final, solo anotaron 2.5 carreras, mientras que cuando ganaban anotaron cerca de 9. Su baja producción en la final se centró directamente en cuatro jugadores claves de la alineación: Gregor Blanco, quien había ganado el más valioso de la temporada con 68 anotadas antes de empezar la final, pisó el plato en una sola oportunidad. Oscar Salazar, capitán y tercer bate del equipo, tuvo la peor actuación de la final. El Cachi dio un solo un hit en 22 turnos, sin impulsadas, con una anotada. Alex Cabrera, el llamado bateador más poderoso de la liga, con un jonrón cada 8 turnos antes de la final, tuvo un Slugging de .222, sin extrabase. José Cafecito Martínez, la bujía sentimental del equipo, falló turnos sumamente importantes en la segunda mitad de la serie, sin impulsadas en 22 turnos. Entre los cuatro previamente mencionados, batearon .155, con promedio de embasado de .251, Slugging de .190 y OPS de .442. Ahí, estuvo la clave.
Sin embargo no hay que quitarle merito al pitcheo de los Tigres. El pitcheo abridor tuvo efectividad de 2.33 en 27 innings lanzados, mientras que el relevo trabajó en 26 episodios, con efectividad de 3.46. El más valioso de la final, Yusmeiro Petit, abrió el primero y quinto de la final, permitiendo una sola carrera en 11 innings con 7 ponches, ganando los dos juegos. En ningún juego, el abridor pasó del sexto inning, haciéndolo dos veces en el tercero. El bullpen no se dejó voltear ningún juego, de la mano de cuatro pitchers que hicieron un trabajo formidable. Victor Moreno, Wilfredo Ledezma, José Mijares y Rómulo Sánchez participaron en el 69% del trabajo del relevo, dejando una efectividad impactante de 1.02. En 17 innings y dos tercios, el WHIP fue de 0.906.
La ofensiva de los Tigres anotó un máximo de 7 carreras, promediando 3 y un tercio por juego (solo 0.3 más que La Guaira) siendo una ofensiva que dejó muchos corredores en base pero se respaldó en su pitcheo y defensa. Ganó sus cuatro juegos con una diferencia promedio de 3 carreras.
Buddy Bailey y su gran habilidad de manejar los pitchers, venció a La Guaira en cuatro de seis juegos con un equipo que ofensivamente era claramente inferior, pero con gran experiencia y tranquilidad en el terreno de juego.
Una vez más se cumple la ley del beisbol: El buen pitcheo, le gana al buen bateo.
Excelente análisis, simplemente agregaría las decisiones equivocadas o ausentes de parte de Davalillo en momentos claves, por ejemplo mantener al cachi como tercer bate hasta el quinto juego
Excelente resumen, de acuerdo con el analisis. En efecto pitching is the name of the game! Y para ganar hace falta anotar.